Feminicidios: el dolor de las víctimas colaterales

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Luisa Ángela, de 13 años, no sale del shock que le causó ver a su madre en el suelo, bañada en sangre, luego de que su ex marido la matara de dos puñaladas en el pecho.

Se mantiene nerviosa y se asusta con cualquier ruido de día o de noche.

“Ese hombre llegó como loco, quería que mi madre volviera con él, pero ni ella ni nosotros lo aceptamos”, dijo Luis Ángel de Jesús, hermano mellizo de Luisa Ángela. Narró que antes de asesinar a su madre, el ex padrastro quiso acuchillarlos a ellos dos.

Belkis de Jesús Reynoso, de 39 años, dejó cuatro hijos hambrientos, sin hogar y sin una muda de ropa, porque el victimario, Amado Pina, después de herirla de muerte incendió con gasolina la vivienda. Huyó y se ahorcó, pero un vecino arrastró el cuerpo moribundo, antes de que el fuego consumiera por completo la vivienda, los ajuares y las pertenencias de los hijos.

“No tienen nada, ni madre, ni casa, ni ropas, ni siquiera los útiles para seguir la escuela”, lamentó Gregorio Reynoso, hermano de la madre y quien refugió a los cuatro huérfanos en una casa que se cae a pedazos, construida a orillas de un barranco, cerca de donde vivía la víctima, en el paraje La Lomita de Piedra Gorda, del kilómetro 32 de la autopista Duarte.

La familia de Belkis es uno de los 18 expedientes de mujeres que murieron de forma violenta en apenas 38 días de este año 2011, sin que ninguna autoridad se haya preocupado por los hijos, que son las primeras víctimas colaterales de los casos de feminicidio.

El sábado 5 de febrero se produjeron tres asesinatos de mujeres. Además, de Belkis, otras dos esposas fueron asesinadas por sus maridos en Santo Domingo Oeste y Santiago Rodríguez.

La mató mi papá
“A mi mamá la mataron”, contó con normalidad una niña de seis años, hija de Altagracia Magnolia Soto, de 26 años, quien fue asesinada de siete balazos por su ex esposo en una repostería de la San Vicente de Paúl, de Los Mina. El crimen se produjo el 29 de enero de este año, frente al negocio donde trabajaba la víctima.

El padre de Magnolia dijo que su hija sufrió por años maltratos físicos, morales y sicológicos de su ex marido, que antes de matarla la asediaba por todas partes. Liliana Ortega, una vecina, de Katanga, en Los Mina, contó que el otro hijo de Magnolia, de 9 años, se niega a veces ir a la escuela y ante la insistencia del abuelo responde: “Es que mi papá mató a mi mamá”.

Ninguno de los niños de madres asesinadas encontrados por este diario había recibido atención psicológica. Ni siquiera un pequeño que tenía cuatro años cuando fue encontrado embarrado de la sangre de su madre, asesinada por su padre. El niño se acostó al lado de de su madre ya cadáver, como acostumbraba cuando ella estaba viva. Ahora tiene 13 años y sus abuelos no permitieron que le hablaramos sobre eso.

Impactantes
Todos los casos son impactantes, pero algunos rebasan lo que se cree posible de encontrar. Hay menores en manos de sus abuelos que padecen de retraso mental y estallan en llantos desesperados por las noches, porque nunca han recibido la atención necesaria. Es el caso de una hija de Katiuska del Pozo, de 33 años, muerta a balazos por su esposo Freddy Luis Guevara, en Los Cerros de Sabana Perdida, de Santo Domingo Este.

Entre 2009 y 2010 la Policía Nacional registró más 346 homicidios de mujeres, que dejaron más de 602 menores en orfandad. Muchos viven en situaciones desastrosas: enfermos física y emocionalmente, separados de sus hermanos y familiares cercanos.

Niños que fueron arrancados de sus viviendas y, en algunos casos, fueron testigos del asesinato de su madre.

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EL NÚCLEO FAMILIAR

La muerte de estas madres no sólo resquebrajó el núcleo familiar. ha provocado en el mejor de los casos, que sus familiares asumieran la responsabilidad de los hijos y pasaran de la pobreza a la pobreza extrema. Los pequeños con menos suerte quedaron en manos de parientes lejanos, conocidos o vecinos sin que mediara ningún trámite legal o registro para establecer en manos de quién están.

Casi todas las familias contactadas dijeron que sus casos no habían sido resueltos.

“Aquí nadie había venido a preguntarnos nada, usted es la primera persona que vemos de fuera de este entorno”, dijeron los familiares de Belkis de Jesús, Katiuska Pozo y Soto.

El cuadro más frecuente que encuentra el ministerio público cuando se investiga el crimen es que los huérfanos quedan en manos de abuelas o tías, dijo el fiscal de la provincia Santo Domingo, Perfecto Acosta.

“Y en muy pocos casos con los padres o hermanos mayores”, agregó el magistrado.

Aunque la mayoría de familias tiene las mejores intenciones de hacerse cargo de los huérfanos no todas están en la capacidad de hacerlo, advierte Acosta.

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